viernes, 22 de agosto de 2008

MI CALLE

¡ Qué contenta estoy, Señor ,

con el nombre de mi calle!.

Vivir donde yo vivo

es algo extraordinario.



Vivo al lado de la Iglesia,

muy cerca del campanario

teniendo, pues, a Jesús

por vecino en el Sagrario.



Al amanecer el día

y en el morir de la tarde

me saludan las campanas

con un "tan _tan " adorable.



Mi calle es toda un lujo;

tiene algo extraordinario

porque mi calle se llama ...

se llama... calle Calvario.

viernes, 8 de agosto de 2008

Reflexión


En un arcón de cedro
con bastante desorden
descansan mis poemas.

Son mezclas de amor, desamor,
soledad, ausencias, fantasías
y abandonos desgarrados del ser
donde el alma vibra ansiosa
intentando ganar al tiempo
a toda costa la partida.

En algunos versos hay aroma
leve de episodios juveniles;
en otros hay perfume fuerte
de una vida feliz y plena.

Y en otros se vislumbra
una luz apagada, mortecina
de episodios totalmente trágicos.

Entre mis versos hay rosas secas
y alas de mariposa disecadas
que se irá comiendo la polilla.

Pese a todo, en la edad de hoy,
ya surcada mi piel por los años
me permito algún sueño

Anoche, desvelada, pensé mucho.
Hoy quiero hablar en serio con mi alma.
Hoy voy a convencerme plenamente
de que el mundo es también para mi
y que nada puede hacerme daño.


Isabel Febles Quevedo.

viernes, 1 de agosto de 2008

REBELDÍA

No olvido mi niñez en aquél pueblo,
escenario mortecino de posguerra;
espantados mis ojos muy abiertos
no podían comprender el argumento
de la triste actuación de la miseria.

Mi madre servia en bandeja plateada
un sucedáneo muy oscuro y muy caliente,
un café de chicoria o de cebada;
más la bandeja también venía colmada
de su gracia tan sencilla y excelente.

Yo era una niña alégre, extrovertida,
que cansada de mis trajes viejos,
tuve la idea felizmente lograda
de verme en un niño transformada
con un pantaloncillo y corto pelo.

De los chicos fuí lider destacado
de una forma tal vez algo salvaje:
capitán de primera ordenando
en la piola, en el fútbol , escalando
o robando la fruta en los frutales.

En los días de mi santo o cumpleaños
con ramas secas hacía una hoguera grande
y sin temor de causarme daño
sobre las llamas iba saltando
para dar rienda suelta a mi coraje.

Repudio a lo dictadores y poderosos,
pues sin darme cuenta crecí en rebeldía;
en el fondo de mi alma surgió un pozo
que siendo tan seco y espacioso
fuí llenando de amor y fantasía .