lunes, 3 de noviembre de 2008
VIEJA CASA DEL CAMINO
Yendo por un sendero
que conduce a la Atalaya,
me encontré con una casa
vieja, sola, abandonada...
Solo tenía con vida
muchos veroles y cañas
y en una esquina del patio,
raquítica, una retama.
Vieja casa del camino:
¡ Cuántas cosas me contaras
con grave y con triste acento
si tus palabras hablaran!
Me hablarías de aquella dama
que dió vida a tus estancias,
que en ti hilvanó mil sueños
de mujer recién casada;
que en ti dió a luz con creces
el fruto de sus entrañas:
misterio grande y bendito
que hacen de las madres, santas.
En ti suspiró la moza
por aquel novio que amaba,
mientras preparaba en silencio
el ajuar con tela blancas.
Y un día entró por tu puerta
con ilusión desposada.
( El velo blanco de tul
de su pureza es semblanza).
Por tu puerta salió el mozo
hacia el campo de batalla.
LLoró en silencio la madre
y entonó muchas plegarias.
Por tu puerta entró el mozo
luciendo aquella medalla.
Rió gozosa la madre,
llena de orgullo, ufana.
Por tu puerta salió muerto
el esposo una mañana,
y muerta queda de pena
la esposa que lo amortaja.
Vieja casa del camino:
¡ Cuántas cosas me contaras
con grave y con triste acento
si tus paredes hablaran!
que conduce a la Atalaya,
me encontré con una casa
vieja, sola, abandonada...
Solo tenía con vida
muchos veroles y cañas
y en una esquina del patio,
raquítica, una retama.
Vieja casa del camino:
¡ Cuántas cosas me contaras
con grave y con triste acento
si tus palabras hablaran!
Me hablarías de aquella dama
que dió vida a tus estancias,
que en ti hilvanó mil sueños
de mujer recién casada;
que en ti dió a luz con creces
el fruto de sus entrañas:
misterio grande y bendito
que hacen de las madres, santas.
En ti suspiró la moza
por aquel novio que amaba,
mientras preparaba en silencio
el ajuar con tela blancas.
Y un día entró por tu puerta
con ilusión desposada.
( El velo blanco de tul
de su pureza es semblanza).
Por tu puerta salió el mozo
hacia el campo de batalla.
LLoró en silencio la madre
y entonó muchas plegarias.
Por tu puerta entró el mozo
luciendo aquella medalla.
Rió gozosa la madre,
llena de orgullo, ufana.
Por tu puerta salió muerto
el esposo una mañana,
y muerta queda de pena
la esposa que lo amortaja.
Vieja casa del camino:
¡ Cuántas cosas me contaras
con grave y con triste acento
si tus paredes hablaran!
viernes, 22 de agosto de 2008
MI CALLE
¡ Qué contenta estoy, Señor ,
con el nombre de mi calle!.
Vivir donde yo vivo
es algo extraordinario.
Vivo al lado de la Iglesia,
muy cerca del campanario
teniendo, pues, a Jesús
por vecino en el Sagrario.
Al amanecer el día
y en el morir de la tarde
me saludan las campanas
con un "tan _tan " adorable.
Mi calle es toda un lujo;
tiene algo extraordinario
porque mi calle se llama ...
se llama... calle Calvario.
con el nombre de mi calle!.
Vivir donde yo vivo
es algo extraordinario.
Vivo al lado de la Iglesia,
muy cerca del campanario
teniendo, pues, a Jesús
por vecino en el Sagrario.
Al amanecer el día
y en el morir de la tarde
me saludan las campanas
con un "tan _tan " adorable.
Mi calle es toda un lujo;
tiene algo extraordinario
porque mi calle se llama ...
se llama... calle Calvario.
viernes, 8 de agosto de 2008
Reflexión
En un arcón de cedro
con bastante desorden
descansan mis poemas.
Son mezclas de amor, desamor,
soledad, ausencias, fantasías
y abandonos desgarrados del ser
donde el alma vibra ansiosa
intentando ganar al tiempo
a toda costa la partida.
En algunos versos hay aroma
leve de episodios juveniles;
en otros hay perfume fuerte
de una vida feliz y plena.
Y en otros se vislumbra
una luz apagada, mortecina
de episodios totalmente trágicos.
Entre mis versos hay rosas secas
y alas de mariposa disecadas
que se irá comiendo la polilla.
Pese a todo, en la edad de hoy,
ya surcada mi piel por los años
me permito algún sueño
Anoche, desvelada, pensé mucho.
Hoy quiero hablar en serio con mi alma.
Hoy voy a convencerme plenamente
de que el mundo es también para mi
y que nada puede hacerme daño.
Isabel Febles Quevedo.
En un arcón de cedro
con bastante desorden
descansan mis poemas.
Son mezclas de amor, desamor,
soledad, ausencias, fantasías
y abandonos desgarrados del ser
donde el alma vibra ansiosa
intentando ganar al tiempo
a toda costa la partida.
En algunos versos hay aroma
leve de episodios juveniles;
en otros hay perfume fuerte
de una vida feliz y plena.
Y en otros se vislumbra
una luz apagada, mortecina
de episodios totalmente trágicos.
Entre mis versos hay rosas secas
y alas de mariposa disecadas
que se irá comiendo la polilla.
Pese a todo, en la edad de hoy,
ya surcada mi piel por los años
me permito algún sueño
Anoche, desvelada, pensé mucho.
Hoy quiero hablar en serio con mi alma.
Hoy voy a convencerme plenamente
de que el mundo es también para mi
y que nada puede hacerme daño.
Isabel Febles Quevedo.
viernes, 1 de agosto de 2008
REBELDÍA
No olvido mi niñez en aquél pueblo,
escenario mortecino de posguerra;
espantados mis ojos muy abiertos
no podían comprender el argumento
de la triste actuación de la miseria.
Mi madre servia en bandeja plateada
un sucedáneo muy oscuro y muy caliente,
un café de chicoria o de cebada;
más la bandeja también venía colmada
de su gracia tan sencilla y excelente.
Yo era una niña alégre, extrovertida,
que cansada de mis trajes viejos,
tuve la idea felizmente lograda
de verme en un niño transformada
con un pantaloncillo y corto pelo.
De los chicos fuí lider destacado
de una forma tal vez algo salvaje:
capitán de primera ordenando
en la piola, en el fútbol , escalando
o robando la fruta en los frutales.
En los días de mi santo o cumpleaños
con ramas secas hacía una hoguera grande
y sin temor de causarme daño
sobre las llamas iba saltando
para dar rienda suelta a mi coraje.
Repudio a lo dictadores y poderosos,
pues sin darme cuenta crecí en rebeldía;
en el fondo de mi alma surgió un pozo
que siendo tan seco y espacioso
fuí llenando de amor y fantasía .
escenario mortecino de posguerra;
espantados mis ojos muy abiertos
no podían comprender el argumento
de la triste actuación de la miseria.
Mi madre servia en bandeja plateada
un sucedáneo muy oscuro y muy caliente,
un café de chicoria o de cebada;
más la bandeja también venía colmada
de su gracia tan sencilla y excelente.
Yo era una niña alégre, extrovertida,
que cansada de mis trajes viejos,
tuve la idea felizmente lograda
de verme en un niño transformada
con un pantaloncillo y corto pelo.
De los chicos fuí lider destacado
de una forma tal vez algo salvaje:
capitán de primera ordenando
en la piola, en el fútbol , escalando
o robando la fruta en los frutales.
En los días de mi santo o cumpleaños
con ramas secas hacía una hoguera grande
y sin temor de causarme daño
sobre las llamas iba saltando
para dar rienda suelta a mi coraje.
Repudio a lo dictadores y poderosos,
pues sin darme cuenta crecí en rebeldía;
en el fondo de mi alma surgió un pozo
que siendo tan seco y espacioso
fuí llenando de amor y fantasía .
miércoles, 30 de julio de 2008
PARTE DEL PROLOGO:
Cuando Isabel Febles Quevedo me pidió que prologara su libro de poesías sentí una mezcla de sensaciones diferentes. Por una parte era una gran responsabilidad, no solo porque no es fácil hablar sobre la autenticidad de los sentimientos íntimos de un ser, sino porque, en este caso son de una mujer que expresa como pocos sus vivencias, sus tristezas, sus anhelos, sus miedos y sus pocas alegrías. Pero por otra parte, me sentí muy orgullosa por tener el honor de prologar el fruto artístico de una gran mujer. En definitiva, lo tomé como un reto […]
Creo que sus poemas son ella misma, mujer que aunque cae, se levanta con la fuerza de nuestros volcanes y la de su propio espíritu.
Gracias, tía Beli, por este recorrido por tu vida.
Isabel Pascua Febles.
Creo que sus poemas son ella misma, mujer que aunque cae, se levanta con la fuerza de nuestros volcanes y la de su propio espíritu.
Gracias, tía Beli, por este recorrido por tu vida.
Isabel Pascua Febles.
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